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Foto del escritorUlrica Revista

August Eschenburg

Actualizado: 17 ene 2022

Por Juan Francisco Baroffio


MILLHAUSER, Steven: August Eschenburg. Buenos Aires. Interzona, 2021. Trad.: Marcelo Cohen.


Lo fantástico a veces no se percibe. Está ahí, latente, pero oculto. Muchas veces nos engaña y creemos que es obra de alguna tecnología o de algún artilugio mecánico que no podemos entender.

Steven Millhauser (New York, 1943) es un maestro de nicho. Como el titiritero que nunca se ve, mueve hilos secretos en sus narraciones para llevarnos al borde mismo del abismo que nos puede revelar lo fantástico. Pero nuestro viaje nunca tendrá conclusión. Sus finales no tienen la descortesía de la verdad.

En su August Eschenburg, acompañamos la vida melancólica del protagonista en una Berlín decimonónica del siglo XIX. Este jovencito, cuyo nombre titula la historia, se va convirtiendo en hombre ante nuestros ojos. Pero no es un hombre común. Jamás podría serlo en una obra del narrador norteamericano. August tiene una obsesión, mezcla de mecánica y fantasía: crear autómatas.

En esta reedición que hace Interzona de la exquisita traducción de Marcelo Cohen, la primera hecha en Argentina, vemos desfilar esas muñecas que aunque parezcan juguetes encierran una vida compleja y hasta un sutil erotismo.

Nuevamente los autómatas vuelven al centro de la obra de este gran autor. Uno de sus relatos más celebrados es la magistral pieza El nuevo teatro de autómatas, que este año editó la misma casa editorial en el libro El lanzador de cuchillos (con traducción de Carlos Gardini). En este relato también un fabricante de autómatas deslumbra a su público, pero la perfección, de la escencia misma de las máquinas, no es lo esperado.

Es imposible hablar de Millhauser y no querer recomendar toda su obra (casi como quien busca adeptos para un culto secreto). Por suerte tenemos otra obra suya al alcance de la mano: Museo Barnum editado por Interzona en el 2020 y con prólogo y traducción de María Negroni.

Millhauser, que bien podría ser un mago errante y ficticio, acaso un cirquero, nos espera con su narrativa prodigiosa que muchas veces está atravesada por una nostalgia anticipada por aquello que se va perdiendo a medida que se lo vive.

Sus textos de belleza díscola, de factura justa y acabada, sin estrambóticos recursos son una forma pura del género fantástico.


 

Para leer en sintonía:


La invención de Morel, de Adolfo Bioy Casares (1943): un náufrago, una isla poblada de recuerdos, una obsesión y un invento milagroso. Novela clásica, elogiada por Borges (su prologuista) y que es una de las renovadoras de la literatura fantástica.


Los autómatas, de E. T. A. Hoffmann (Eneida, 2018. Trad: Konrad Berg): uno de los relatos de terror más celebrados del famoso autor alemán. Narra la historia del Turco parlante, un célebre autómata que cautivo al público del s. XVIII.

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