Por Sara Iriarte
Edición aniversario - Especial Jorge Luis Borges
Jorge Luis Borges nutrió un enorme interés por el Martín Fierro de José Hernández, que volcó en los ensayos críticos donde se ocupó de la literatura gauchesca y de aquel que no dudó en llamar «el libro más importante que hemos producido los argentinos en 150 años». El autor extrajo, asimismo, de sus reflexiones sobre el célebre poema los virajes con que reescribió el texto en El fin y Biografía de Tadeo Isidoro Cruz (1829-1874). Y, si seguimos el recorrido de las presentaciones que Borges ofreció en el país y en el extranjero a medida que su consagración como escritor crecía, es posible vislumbrar el peso indiscutible que el Martín Fierro tuvo entre los temas que le apasionaban.
Gracias a un trabajo de roedor de bibliotecas tuve noticias de las primeras conferencias que Borges realizó en Inglaterra cuando comenzaba a ganar renombre internacional y donde se ocupó del Martín Fierro. Corría 1963 y el autor de El Aleph había comenzado a captar la atención de los lectores angloparlantes al recibir el Formentor Prix International for Editeurs—cuya primera edición compartió con Samuel Beckett; y gracias a las incipientes traducciones de su obra que empezaron a aparecer en Gran Bretaña.
En la primera de esas presentaciones, brindada en la Canning House, Borges eligió tratar sobre el español de nuestro país como un problema literario. Allí, nuestro autor más universal y a la vez anclado en la tradición sostuvo que el deber de los escritores de lengua española es el de hacer de ésta un instrumento aceptado en todo el mundo. Y proponía como ejemplo de una obra literaria escrita en un español no local justamente (¡y contradiciendo ríos de tinta que aseveraban su idiosincrasia lingüística!), al Martín Fierro de Hernández. Este texto, que según Borges «puede ser leído por cualquier persona que tenga algún conocimiento del español», fue el escogido para demostrar la posibilidad de hacer sentir la atmósfera criolla sin caer en el desatino de hacer hablar en criollo. Intentar escribir como argentino era algo que el mismo Borges confesaba haber hecho y tratado de rectificar incinerando cuanto ejemplar encontrase de El tamaño de mi esperanza… Un error de escritura (y de mocedad) en que ya no caería, y un error de lectura en que sugería a sus oyentes no caer. Allí estaba Borges haciendo de uno de los paradigmas de nuestra tradición, el Martín Fierro, un modelo de lo universal, y prodigando para su propia obra un anaquel en las bibliotecas mundiales, cuyo rótulo, si había de haberlo, no fuera el de una comarca.
En la segunda conferencia, que brindó en la Universidad de Bristol, se ocupó más detenidamente del Martín Fierro. Asombra el tono de anécdota que domina la presentación por momentos. Por ejemplo, al narrar cómo tuvo la oportunidad de comprobar personalmente, siendo aún joven, la esgrima que un anciano criado en estancia conservaba para manejar el puñal; es decir, la veracidad de esa admirable manera de batirse a duelo a lo gaucho que tanto revive la literatura argentina. En el mismo tono contó a sus oyentes que las nietas de Hernández le confesaron una vez la existencia de una tercera parte del Martín Fierro, dictada por Don José desde el otro mundo; un manuscrito que conservaban en su casa, pero que Borges jamás vio, ya que por descuido o desgano no concretó la visita. «Vamos a suponer que ese Martín Fierro hubiera sido comparable a los dos anteriores… Entonces la literatura argentina se hubiera enriquecido con un texto precioso para nosotros y, además, yo habría averiguado el problema que preocupó tanto a Sócrates en aquella última noche que habló sobre la inmortalidad mientras esperaba la cicuta», conjeturaba. Y así condesaba Borges sus cavilaciones sobre el enriquecimiento del patrimonio literario de un pueblo y sobre el misterio de la trascendencia—de un autor, de su obra, de un personaje…—en los confines interiores de su tradición y, tal vez, más. La tercera parte del Martín Fierro dictada desde un más allá—cuya existencia no interesa demostrar, sino tan solo deleitarse con su entidad virtual— bien podría ser el continente de reescrituras, apropiaciones y adaptaciones a las que convida el poema de Hernández; entre ellas, las del propio Borges lector, escritor y conferencista.
Ilustra Mirabella Stoor @mirabellastoor
Los títulos de las conferencias fueron The Spanish Language in South America. A Literary Problem y El gaucho Martín Fierro. Fueron recogidas en el libro homónimo editado por The Hispanic & Luso-Brazilian Councils, Londres, 1964. Agradezco a Daniel Balderston por la invitación para investigar en la Biblioteca de la Universidad de Pittsburgh, donde hallé este ejemplar. Las presentaciones brindadas por Borges a lo largo de cuatro décadas pueden consultarse en www.borges.pitt.edu
Nació en Rosario, Argentina. Es profesora, escritora y traductora. Su investigación acerca de las traducciones de Martín Fierro ha sido compartida en numerosos artículos y en eventos académicos nacionales e internacionales. En 2018 publicó en Brasil Traduções brasileiras de Martín Fierro. Un jogo de identidades. Gestiona el blog Solo el arte nos puede salvar, donde divulga la literatura de lengua portuguesa.