Especial
Por Pedro Luis Barcia
Me solicita el Director de Ulrica Revista si puedo abundar en razones de mi preferencia por el adjetivo «borgesiano», a propósito de mi escolio en el número de homenaje a Borges de su revista (n° 25) por sobre los usuales «borgeano» y «borgiano».
Para la denominación de la obra de Borges, la crítica ha usado, inicialmente, dos adjetivos: «borgeano» y «borgiano», como si el apellido de origen fuera Borgia. Siempre me pareció arbitraria esta elección, por eso, comencé a proponer el uso de «borgesiano».
Mi respaldo muy válido es que la única vez, en todos sus escritos, en que Borges se refirió al adjetivo aplicable a su obra, prefirió «borgesiano», por sobre los otros muy socorridos. Lo dice en una entrevista Jean Pierre Bernés, quien preparó el tomo con las Oeuvres completes del autor para la Pleiade. La entrevista se titula: «La universidad del mundo» (en La Nación, Buenos Aires, 14 de junio de 1987, p. 1). Estas son las palabras de don Jorge Luis: «Actualmente existe Borges, y aun borgesiano, creo...». Como se sabe, (y lo he recordado en mi trabajo: «Borges en la Pleiade», (La Nación, Buenos Aires, domingo 29 de agosto de 1993, Sup. Lit., p. 1 y 2), los franceses usan «borgien y borgesiéne».
Nuestro Diccionario del habla de los argentinos (BA, AAL-Emecé) en sus ediciones de 2003, 2008 y 2010) incluyó «borgiano» y «borgesiano». Pero en la edición AAL-Colihue, 2019, se ha suprimido «borgesiano», a contrapelo del uso que van adoptado estudiosos europeos de Borges.
Inicialmente, usé el adjetivo en un trabajo hace dos décadas largas, allá por 1999: «Los temas y los procedimientos de la literatura fantástica según un texto desconocido de Borges»[1]. Posteriormente, lo frecuenté en otros ensayos, como p. e.: «El legado de Borges. A veinte años de su muerte»[2].
Dado el carácter de cita personal del propio autor, es atendible mi preferencia electiva, que no va ni hacia «borgeano» ni «borgiano», ni borgien, sino «borgesiano» para aludir a su obra.
Desde entonces, he preferido «borgesiano». Y, como se sabe, en el campo lingüístico, la insistencia trabaja a favor de la pertinencia. Así lo espero. Y uso y abuso del adjetivo, porque tanto uno anda con la miel que algo se le pega. Aunque los resultados no siempre sean veloces. «Este libro mío se está agotando- me decía bienhumorado Arturo Berenguer Carisomo- a fuerza de regalarlo». Y lo consiguió. Un adjetivo se puede imponer a fuerza de repetirlo, especialmente si hay razón que lo fundamente.
[1] Barcia, P.L. «Los temas y los procedimientos de la literatura fantástica según un texto desconocido de Borges». En Ricci, Graciela, ed. Los laberintos del signo. Homenaje a J. L. Borges, Milano: Giufré Editore,1999, pp.3-28. La editora, estudiosa argentina radicada en Italia, entre otros críticos, ha adoptado el adjetivo «borgesiano».
[2] Conferencia dictada en el III Coloquio Internacional «Literatura hispanoamericana y sus valores», Universidad de Costa Rica, San José de Costa Rica, el 17 de agosto de 2007. Recogida en el BAAL, t. LXXII, mayo-agosto de 2007, n° 291, pp. 93-118.
Nació en Gualeguaychú, Entre Ríos (Argentina). Es doctor en Letras, lingüista, investigador universitario y profesor argentino. Fue presidente de la Academia Nacional de Educación y de la Academia Argentina de Letras. Estudió profesorado en Letras y luego se doctoró en la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de La Plata. Miembro correspondiente de la Real Academia Española, entre otras. Es autor de numerosos y elogiados libros, trabajos académicos, folletos, opúsculos, estudios preliminares, capítulos de libros, monografías y artículos. Su más reciente publicación es La poesía de Martínez Estrada (Vinciguerra – Fundación Argentina para la Poesía).