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El burgués gentilhombre

Clásico - Edición N42 - 43


Por Jesús De la Jara




Jean-Baptiste Poquelin, más conocido como Molière (apelativo del que hasta ahora no se tiene un origen absolutamente cierto) nació el 15 de enero de 1622 en París. Desde muy pequeño tuvo fascinación por el teatro al que iba acompañado de su familia; pero fue su gusto peculiar por observar las conductas cotidianas de las personas lo que lo llevó a obsesionarse con el dibujo y la caricaturización de la sociedad francesa. La capacidad y deleite de Molière por actuar, representar y participar en sus propias obras lo llevó a que su dramaturgia enriquezca a sus personajes y viceversa.

Tal como lo representa, de manera ficticia, Alexandre Dumas en su obra El vizconde de Bragelonne, donde Molière se pone a observar las extravagancias de Porthos para luego copiarlo e incorporarlo a un personaje de su comedia, se dice que gustaba de copiar los gestos, voces y manías de las personas que encontraba peculiares o graciosas en su permanente contemplación de las personas en su día a día.

La presente obra titulada El burgués gentilhombre encuentra al autor en un estado ya maduro y con un nombre muy bien ganado. Esta pieza teatral le fue encargada por Luis XIV precisamente para pasar por agua fría un terrible exabrupto en la corte francesa al recibir a un impostor turco. Se dice que este personaje, del cual no se supo más, se introdujo hasta llegar a ver al mismo rey haciéndose pasar por un enviado del soberano de Turquía. Esta situación inverosímil fue aprovechada incluso por Molière para burlarse indirectamente de la propia corte y así aplicar la siempre efectiva táctica de «reírse de uno mismo». El rey quiso que la obra se represente en el castillo de Chambord donde fue estrenada el 14 de octubre de 1670.

Esta es una obra que definitivamente muestra el gran talento de Molière para burlarse de absolutamente todo lo que lo rodea. En esta ocasión, el autor decidió musicalizar la obra para lo cual requirió la ayuda del gran músico Lully. La música es aprovechada en situaciones puntuales y bien puestas configurando un ejemplo de comédie-ballet. La grandiosidad de la música y el baile sobre todo se disfruta en el intermedio del acto I y el final del IV.

El burgués de esta obra se llama Jourdain quien tiene una esposa y una hija, Lucila. La casa de este comerciante adinerado está hecha todo un lío pues él se ha decidido a ser un aristócrata y por lo tanto gasta enormes sumas de dinero en un profesor de baile, música, maestro de armas y filósofo. La escena de entrada, cuando estos se enfrascan en una disputa, no tiene pierde. En realidad, Jourdain piensa que copiando muchas de las costumbres y actitudes de los nobles puede llegar a convertirse en uno. Él, desde luego, es una crítica a lo que en ese momento del reinado de Luis XIV se veía como algo ridículo y era la idea que alguien de la burguesía podría ser igual a alguien de la aristocracia. En esa época los nobles gozaban de unos privilegios enormes que los comerciantes y pueblo en general no podían ni soñar, salvo en muy contados casos. Si bien es cierto que el punto de burla es el burgués, pues los que lo rodean solo se aprovechan de sus deseos de nobleza, también los personajes que tratan de supuestamente aristocratizarlo o elevarlo son retratados con todos sus defectos (hipocresía, sinvergüencería, codicia).

Además de estos personajes está el conde Dorante, quien impunemente quiere hacer creer a Jourdain que le ayudará en su ascensión y está también la marquesa Dorimena quien a mi parecer desempeña un excelente papel haciendo de ancla entre Jourdain y la esposa de éste. Por otro lado, tenemos la historia de Lucila, la hija, y su criada Nicolasa con Cleonte y su criado Coviello. Lucila y Cleonte se aman, pero Jourdain tiene otros planes para su hija pues quiere también que esta sea noble a cualquier precio. Por supuesto, en esta comedia de enredos los más interesados en descubrir a los impostores y embusteros harán uso de su ingenio para al final vencer.

Podemos luego de reírnos con esta comedia diseccionar las ideas que se plasman. La crítica es a las poses que son externas y que en el fondo esta persona suele ser la misma de antes, pues puede aprender a realizar los actos más nobles, pero sin asimilarlos ni pensarlos realmente necesarios. El mismo Dorante, que es un noble arruinado, no duda en aprovecharse de Jourdain pidiéndole grandes sumas de dinero para acercarlo supuestamente a la corte de Luis XIV. Esto nos hace pensar en que, como el joven Cleonte, no es necesario ser noble para tener valentía y buen corazón.

Es poco probable por ello que Molière solo haya escrito esta comedia para alabar el statu-quo de la Francia de su época. Él mismo siendo de origen burgués y elevado a representar sus obras al rey y a los nobles es ejemplo de ello. Nunca subestimemos a Molière que no sin mérito es también apodado como el «Shakespeare francés».




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