Esther Pineda G., poética
- Ulrica Revista
- hace 23 horas
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Entrevista - Edición N44
En una entrevista con la reconocida ensayista y académica descubrimos su faceta más personal y sensible, con ocasión de Hoy miro a esa que fui con más amor (Prometeo, 2025), que nos presenta su poesía reunida.

Una niña aferrada a su peluche sonríe levemente a la cámara. Quizás mira con picardía y convicción a la mujer que es hoy: una voz autorizada en discriminación racial, en derechos de las mujeres y en violencia estética.
Pero hoy nos reúne entorno a algo más profundo y personal y se nos presenta según su costado más misterioso, el que habita en las emociones y la sensibilidad de una mujer frente al mundo.
Ya siendo muy joven, Esther Pineda G. se encontró con la poesía y halló en ese género un vehículo de expresión para todo lo que pensaba y sentía.
Este año llega, de la mano de Editorial Prometeo Hoy miro a esa que fui con más amor, toda su poesía reunida en un solo volumen. Una reflexión poética sobre la habitación de su propio cuerpo, las formas del amor y el desamor, y los temas que atravesaron su carrera y su vida en sí, a la vez que revisita a aquella niña que hoy ilustra la tapa del libro para entenderla y aceptarla.
«Sentía la necesidad de expresarme sobre aquellos temas y problemáticas sobre las que ya escribía como la violencia contra las mujeres, el racismo, la desigualdad social y la represión política, pero esta vez, no desde la objetividad investigativa, sino desde la sensibilidad -a veces furiosa- de las emociones, y hasta entonces monopolio de la intimidad», nos anticipa en el prefacio de Hoy miro a esa que fui con más amor.
Pineda G. logra una aproximación a la oscuridad del mundo a través de la belleza de la palabra poética.
Autora de una gran cantidad de libros donde desanda estas problemáticas pero en clave académica, este volumen nos permite conocer un lado más íntimo de aquello que le preocupa y la identifica.
Un libro personal pero que leeremos nosotras también en una misma clave para ver a aquellas que fuimos, también, con más amor.
Hablamos con ella sobre el lanzamiento de este libro que se encontrará como novedad en el stand de Editorial Prometeo en esta nueva edición de la Feria del Libro de Buenos Aires.
ULRICA: En esta poesía reunida hacés un repaso por tu producción poética y nos contás, a los lectores, cómo fueron tus inicios en el género pero contale a los lectores de Ulrica, que aún no habrán leído el libro cómo fue que empezaste a escribir poesía. ¿Qué encontraste en el género que hizo que te dedicaras con tanta pasión a escribirlo?
ESTHER PINEDA G.: Empecé a escribir poesía a los 18 años. Mi primer poema fue un poema feminista, aun sin ser feminista, hace 21 años cuando el feminismo no era de dominio popular. Pero lo que escribí a partir de ahí y por, al menos, tres años fueron poemas de amor. El amor siempre fue lo que me llevó a escribir poesía. Después, por un tiempo, la dejé. De esos poemas de aquellos años no dejé ningún registro, pero volví a escribir poesía a los 28 años nuevamente porque me enamoré, y si me enamoro necesito escribir poesía. No lo planeo, no me lo propongo, simplemente pasa, lo siento, me desborda. Soy enamorada y apasionada, me encanta el amor, a cada amor le he escrito poesía, y a quien no le escribí es porque no le amé o no me ilusioné lo suficiente (ríe).

U: Leemos tu poesía como una extensión de tu trabajo académico, como si fueran las dos caras de una misma moneda y que nos viene a mostrar que tu vida está atravesada por las problemáticas y los temas que estudiás. ¿Qué herramientas de expresión te brindó el género para abordar esos temas?
EPG: La poesía es muy significativa para mí porque me ha permitido expresarme desde otro lugar. Me ha dado la libertad que no tengo del todo en el ensayo sociológico donde, si bien escribo sobre lo que quiero, le debo al lector una rigurosidad académica, investigativa y metodológica. En la poesía puedo escribir sobre esos mismo temas que me importan, me preocupan y me afectan personal y colectivamente, desde un lugar más íntimo, más personal, más sensible, donde me planto desde la indignación, el malestar, el dolor o la euforia ante la injusticia social, las desigualdades y las discriminaciones. Esa emocionalidad en un primer momento me cohibía de publicar poesía porque me sentía muy expuesta. La poesía me desnuda, muestra mi lado más humano, más íntimo, es la mejor forma o vía para conocerme.
U: Para los que ya leyeron tus libros de poesía anteriores, ¿qué van a encontrar en esta nueva edición?
EPG: En este libro están contenidos los poemas de mis libros publicados en 2020 y 2022, pero también muchos otros poemas inéditos escritos en los últimos tres años en los que sigo explorando temas como la relación con el cuerpo, el feminismo, el racismo, la violencia política, la migración, el amor y la muerte.
U: El título es muy emotivo. ¿Cómo llegaste a él? ¿Qué te dice esa niña que fuiste hoy, la que ilustra la tapa?
EPG: El título surgió en medio de una conversación con una lectora a través de las redes, ella me comentaba que veía fotos de ella más joven y que en esa época se veía horrible, grande, con panza, con lonjas, y yo le respondí que yo en mi adolescencia y primeros años de juventud también me veía y me sentía fea. Le contaba que tenía una forma hostil de hablar de mi propio cuerpo e imagen, pero porque era lo que me decían en lo público. Pero rematé diciéndole «ahora miro esa que fui con más amor». Después que lo mencioné, me gustó y lo anoté, dejé la frase por ahí, como en reserva. Después cuando me planteé realizar esta edición de poesía reunida automáticamente sentí que ese era el título. Porque este libro es más que un rejunte de poemas. Es un recorrido por lo que ha sido mi vida hasta ahora: lo visto, lo vivido, lo sentido, -y en víspera de mis 40 años-, una reconciliación con esa niña que fui. Una forma de, en medio de un mundo lleno de conflictos, desigualdades, violencias y discriminaciones, ser capaz de volver a mirar lo bueno, lo que sobrevive a pesar del horror de alrededor, la inocencia, la capacidad de sorprenderme, pero sobre todo, de reconocer mi sensibilidad -tantas veces criticada-, no como una debilidad sino como mi mayor poder.
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