Por Sara Iriarte
El Martín Fierro traducido y el gringaje acriollado.
Uno de los interrogantes que aparece de manera acuciante en las reflexiones que históricamente se realizaron acerca del Martín Fierro de José Hernández es sobre su condición de obra universal. Las disquisiciones acerca de la universalidad de los asuntos y personajes engendrados en este poema, que tan hondo calan en la sensibilidad argentina, están estrechamente ligadas a la cuestión de su traducibilidad.
¿Puede el poema consagrado por los argentinos alcanzar la misma gravitación en lectores que jamás conocieron las comarcas pampeanas? ¿Puede Martín Fierro, aquel que yergue su voz cantando «soy gaucho, y entiendanló / como mi lengua lo esplica», hablar de los males de muchos a los hombres y mujeres de más allá de cualquier frontera lingüística? ¿Puede la lengua gauchesca, retoño de esa llanura con la que parece ser una, franquear las distancias necesarias para alcanzar el epicentro de la literatura universal? ¿Podrá el coro de voces del gauchaje que desfila en las coplas de Fierro transponer los dinteles del canon occidental sin más credencial que su ciencia y lengua otras?
Las fronteras lingüísticas, un craquelado al interior de la nación
La curiosidad que las traducciones del Martín Fierro despertaron en los estudiosos y amantes del poema condujo a su catalogación y colección. Gracias a estos esfuerzos contamos con información certera, aunque parcial, acerca de los autores y las coordenadas de publicación de las traducciones de Hernández. Un aspecto, de singular importancia, se torna visible al observar estos datos: un número elocuente de traducciones de Martín Fierro afloró con fuerza en torno de la primera mitad del siglo XX y estas versiones fueron obra de inmigrantes que no solo entraron en contacto con el poema en Argentina sino que también publicaron sus versiones allí.
La curiosidad de esta constatación radica en que contradice una premisa bastante extendida de que las traducciones son realizadas en el exterior con el fin de ser consumidas por un público extranjero. Y si bien los datos recogidos de diversos catálogos avalan dicha suposición para parte de las traducciones del poema de Hernández, nos interesa detenernos en la fracción de versiones destinadas a cruzar las fronteras lingüísticas que se inscribían dentro de las fronteras nacionales en aquel periodo.
La expresividad de este número de traducciones puede colegirse de afirmaciones del director del Círculo de Traductores del Martín Fierro en Buenos Aires, Alberto Gómez Farias, quien en entrevista concedida hacia 1991 refería que «una gran parte (83 %) de los traductores del Martín Fierro está constituida por extranjeros —profesores, empresarios, literatos— residentes en Buenos Aires, que se vieron atraídos por el texto de Hernández»1. Consultado sobre las motivaciones de estos traductores nucleados en la asociación afirmaba que: «casi todos sintieron que la obra reflejaba en importante medida su propio destino: la opresión por los poderosos, la sensación de impotencia, las persecuciones, la huida. Ésta fue la seducción que el personaje ejerció sobre ellos». De acuerdo con estas declaraciones, la imantación con la que el protagonista de Hernández ejerce poderosas formas de identificación sobre sus compatriotas estaría también en el germen de los desvelos de los traductores inmigrantes por traducir el poema gauchesco. Los traductores, continuaba su raciocinio Farias, «a medida que asimilaban la obra, se identificaban más y más con su texto, hasta que surgió el deseo de traducirla y hacerla llegar a sus países de origen, a fin de que sus compatriotas vieran que aquí existían similares destinos trágicos». Esto nos lleva a reparar en el destino algo torcido de estas traducciones, publicadas en Buenos Aires principalmente y en algunas otras localidades en contadas ocasiones, y cuya circulación se dio sobre todo y por fuerza dentro de las comunidades inmigrantes del país. Las fronteras atravesadas fueron menos geográficas que lingüísticas en un territorio y un campo cultural que se quiso predominantemente monolingüe.
El Martín Fierro de Folco Testena
La primera traducción completa de la obra gauchesca de Hernández fue realizada por Folco Testena (Macherata, 1875 - Buenos Aires, 1951). Este periodista, dramaturgo, ensayista, poeta y traductor se desempeñó, durante su residencia en Argentina, en los principales medios de la prensa italiana en el país y perteneció al grupo de escritores e intelectuales locales y extranjeros que se nucleó en torno de la revista y editorial Nosotros.
Testena relata haber entrado en conocimiento de la obra de Hernández al oírla accidentalmente siendo recitada una noche en una pensión del Tigre, donde vivía; y que, acicateado por una discusión que oyó en el tren acerca de si debía considerarse el Martín Fierro el poema de los argentinos o, acaso, una obra de arte digna de tal nombre, se hizo tan pronto como pudo con un ejemplar de La ida y de La vuelta, que devoró ese mismo día. Esta lectura le dejó la impresión de que era incapaz de emitir un juicio sobre una obra que se le presentaba, francamente, extravagante. Corría el comienzo de la década del primer Centenario y las anécdotas del traductor escenifican los debates que suscitaban los intentos de canonización del poema de Hernández.
Sería, tiempo después, un experimentado jefe de la prensa italiana quien le propondría a Testena traducir el Martín Fierro como una forma de superar la melancolía por haberse visto forzado a abandonar la lucha política y exiliarse del viejo continente: «Todo lo que hasta ayer le dio a la política, déselo al arte. Lo logrará. Hay un trabajo por hacer que valdrá por una vida: traducir a nuestra lengua el Martín Fierro.[…] Argentina le deberá mucho e Italia le deberá todavía más»2.
Nuestro traductor asumiría el desafío, que le llevaría siete años completar. Es así que, en 1919, salió a la luz la primera traducción completa del Martín Fierro al italiano –la lengua de la mayor comunidad de extranjeros residentes en el país– a través de la editorial Nosotros. La labor fue dedicada por el traductor a los fundadores de la revista, Roberto Giusti y Alfredo Bianchi, reconocidos defensores de la valorización del aporte de los inmigrantes para la construcción de la cultura argentina. La segunda edición de la traducción de Testena sería publicada por el mismo sello tan solo un año después.
Tras este primer éxito, Folco Testena dedicaría las próximas décadas a revisar su traducción y publicaría las primeras versiones corregidas en 1930 y 1935 a través de editoriales italianas radicadas en Buenos Aires. La última revisión del conjunto fue editada por el Centro del Libro Italiano en 1950, un año antes del fallecimiento del traductor. En el prefacio de esta edición pueden leerse las siguientes palabras de Testena: «La crítica, excesivamente benévola, el generoso elogio de Leopoldo Lugones y la buena acogida del público me impusieron el nuevo deber de revisar mi traducción de arriba a abajo [...] Esta quinta edición de Martín Fierro traducida por mí al italiano ha sido purgada de muchas imperfecciones; restan muchísimas, para quitar las cuales mi capacidad no es suficiente: vendrán los jóvenes a corregir y mejorar nuestro trabajo»3.
La admirable dedicación de este traductor está atravesada por la fuerte identificación que trabó con las desventuras narradas en el poema. Hacer suyas las palabras de denuncia y lamento del texto fue la vía que encontró para exorcizar la melancolía producida por un destino que se le figuraba compartido. De manera análoga al protagonista de Hernández, que «con el cantar se consuela», Testena afirma acerca de función que asumió, en lo personal, su trabajo de traducción: «no pudiendo aliviar mi dolor, fui capaz de transformarlo»4.
La relación entre el traductor y el poema, con el que convivió estrechamente durante décadas, está marcada, sin embargo, no solo por la identificación con su protagonista. En el contexto del debate en torno de la legitimidad de que los inmigrantes fueran partícipes activos en la formación y transformación de la cultura y la identidad nacional, la traducción del Martín Fierro, texto clave a partir del que se disputaron los sentidos de lo auténticamente argentino, pudo haber funcionado como un pasaporte cultural para Testena. Es interesante destacar, de todas formas, que esta «credencial de ciudadanía» que le habría permitido, a decir de Adolfo Prieto, «integrarse con derechos plenos en el creciente torrente de la vida social», asume una vía doble.5
A lo largo de los años de preparación de la primera versión de su Martín Fierro y de su revisión, Folco Testena se dedicó denodadamente a la producción de numerosas piezas de teatro en italiano y español –algunas de las cuales eran escenificadas en Buenos Aires; a la redacción de textos ensayísticos y poéticos en su lengua materna –obras publicadas en parte en Italia y, en parte, en Argentina; y a la traducción al italiano de obras en español y portugués, de las cuales el poema de Hernández es la labor por la que cosechó mayor reconocimiento. Entre estas obras me interesa destacar Il gaucho: liriche, publicado en Buenos Aires, en 1929. Se trata de un poemario escrito en lengua italiana que esboza un retrato de los principales personajes gauchescos de la literatura argentina y de sus peripecias. No falta en esta galería, como es de imaginar, el gaucho Martín Fierro, cuya historia es recreada por el autor a la manera de los textos oriundos del criollismo. Este tipo de discursos, que alimentaban el culto al gaucho y que gozaron de suma popularidad, fueron producto de un fenómeno de amplia gravitación entre locales e inmigrantes en la época. Los textos criollistas, prácticamente en su totalidad, fueron excluidos del canon de la literatura nacional; este, por otra parte, difícilmente recoge cualquier escrito literario producido dentro del país que fuera redactado en lenguas distintas del español, ya sea las originarias o las de los inmigrantes. Con ello, un amplio espectro de relaciones entre la literatura nacional y los lectores y escritores extranjeros ha sido poco explorado.
La literatura nacional y sus lectores extranjeros
El ejemplo de Folco Testena permite vislumbrar que la historia de la divulgación del Martín Fierro de José Hernández entre el público extranjero –a través de la traducción, así como también de la reescritura criollista– se inscribió fuertemente, al menos en sus comienzos, en el escenario multilingüe y multicultural de la metrópoli de su país de origen, antes que en el exterior. En las décadas siguientes, al menos dos improntas del Martín Fierro de Testena marcarían la producción de nuevas traducciones destinadas al público italiano y sus descendientes. Por una parte, el carácter inacabado de la labor de Testena estaría en el germen de las traducciones que seguirían a la suya, buscando superarla. Por otra, una buena medida de dichas traducciones sería publicada en Argentina y, a pesar de que la expectativa de sus autores es hacer el Martín Fierro conocer en Italia, su principal valor radica en que constituyen una práctica de afirmación polilingüística en el seno de nuestro campo cultural.
En lo que respecta a los lectores del Martín Fierro en Italia, es poco lo que ha campeado nuestro gaucho por aquellas comarcas. Más recientemente, con la asunción de Jorge Bergoglio como Papa y la valorización de su producción intelectual, entre la que se incluye un ensayo dedicado al Martín Fierro, se publicó por primera vez una traducción de ambas partes del poema en la versión de Folco Testena (Corriere della Sera, 2014). Mientras tanto, no es de perder las esperanzas en que Fierro alcance finalmente a un número expresivo de lectores italianos, ya que dos nuevas traducciones del clásico de Hernández aguardan su pronta publicación en dicho país, de acuerdo con datos obtenidos por el Programa Sur, de promoción a la divulgación de obras argentinas en el extranjero.
NOTAS:
1. Las declaraciones de Farias fueron consignadas en una entrevista concedida a Marion Kaufmanny recogidas por Fernando Sorrentino en su artículo “Martín Fierro, espejo de oprimidos y estímulo de trujamanes”.
2. Palabras recogidas de “Il perché de questa traduzione”, introducción a cargo del traductor para la edición prínceps del Martín Fierro al italiano, de 1919.
3. Palabras del traductor tomadas de “Noterella a la quinta edizione”, texto que antecede la edición revisada de 1950.
4. Ídem nota 2.
5. Adolfo Prieto, El discurso criollista y la conformación de la Argentina moderna.
(Rosario - Argentina) Es profesora, escritora y traductora. Su investigación acerca de las traducciones de Martín Fierro ha sido compartida en numerosos artículos y en eventos académicos nacionales e internacionales. En 2018 publicó en Brasil Traduções brasileiras de Martín Fierro. Un jogo de identidades. Gestiona el blog Solo el arte nos puede salvar, donde divulga la literatura de lengua portuguesa.
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