Por Jorge Torres Zavaleta
Ilustra Mirabella Stoor
Edición N37 - Especial Silvina Ocampo
Tuve el privilegio de haber conocido a Silvina Ocampo, de tener un trato casi cotidiano con ella. ¿A qué edad? A los 18 años. Fue una mentora y una persona única para mí, por sus diálogos cargados de enseñanzas, que a la hora de escribir recuerdo muy bien y también por sus palabras alentadoras a mis textos que tímidamente veían las luces. Lo más interesante de una gran personalidad son las enseñanzas que suelen dejarnos. Silvina era una gran artista, diría que la escritora más plena e importante de la literatura argentina; en ese sentido sus libros nos hablan e interpelan. Leer y releer a Silvina Ocampo es una aventura de asombro y goce permanente. En cada línea de sus variados textos sorprende lo sutil, la destreza y lo fantástico. Sus diálogos, sus palabras eran versos que pintaban lo cotidiano.
La poesía de Silvina Ocampo es un viaje a través de la intimidad del ser, cuando le preguntaban cómo era ella, contestaba «íntima». En obras como La furia y Cornelia frente al espejo, Silvina despliega una prosa lírica que explora los recovecos más oscuros y luminosos del amor, la muerte y la naturaleza. Su capacidad para demostrar emociones y experiencias humanas en imágenes poéticas, a menudo con un toque surrealista, es una marca distintiva de su estilo.
En el ámbito de la narrativa, se aventuró en terrenos donde lo cotidiano y lo insólito se entrelazan de manera intrigante. Sus cuentos, como los encontrados en La naranja maravillosa, La casa de azúcar, El impostor y El pecado mortal, son ejercicios literarios de exquisita maestría. A través de la exploración de lo fantástico y lo alterador, Silvina nos invita a cuestionar las nociones establecidas de lo real y nos sumerge en un mundo donde la psicología humana se despliega en su máxima complejidad.
Además de su labor como escritora, Silvina desempeñó roles cruciales como traductora, editora y pintora. Su contribución a la difusión de autores extranjeros en Argentina es un testimonio de su compromiso con la diversidad literaria. La participación en la influyente revista Sur, dirigida por su hermana Victoria Ocampo, fue fundamental para la difusión de corrientes vanguardistas en la escena literaria argentina.
Silvina Ocampo no gozó de la misma notoriedad que algunos de sus contemporáneos, escudada por figuras como Borges y su marido, Adolfo Bioy Casares. Sin embargo, su legado perdura a través de la admiración de aquellos que reconocen su genio creativo y su capacidad para explorar lo más profundo de la condición humana. Su legado es una invitación a sumergirse en la audaz e inteligente forma que Silvina Ocampo tenía de descubrir y explorar el mundo en sus diversos contrastes, de hacernos ver la diversidad, los abismos y la belleza de nuestra experiencia a través de la palabra escrita.
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