Por Manuela Barral
Cuando murió Victoria Ocampo (1890-1979), Adolfo Bioy Casares —su cuñado— escribió: «El país entero rinde homenaje a Victoria Ocampo. Errare humanum est». Más allá del conocido recelo de Bioy Casares por la hermana mayor de su esposa Silvina Ocampo, esa enunciación exhibe que la muerte de Victoria Ocampo, el 27 de enero de 1979, marcó un hito. Este 27 de enero de 2022 se cumplieron cuarenta y tres años de su muerte. No es un número redondo, de aquellas efemérides convocantes que invitan a la reedición de obras y a que proliferen notas en prensa u homenajes; y, sin embargo, en las mesas de varias y distintas librerías, Victoria Ocampo aparece cada vez más como novedad. En la prensa y en las redes sociales pueden verse signos de ese furor: reseñas, notas, reels, videos, posteos, fotos de y en sus casas de San Isidro (Villa Ocampo) y Mar del Plata (Villa Victoria). Incluso, Victoria Ocampo tiene una página oficial de Facebook curada por la Fundación Sur, es decir, la fundación creada por ella en 1962 y que actualmente se ocupa de gestionar sus ediciones. En esa página, a fines de diciembre de 2021 se leía bajo el título: «El aluvión Victoria Ocampo (¿o fue un tsunami?)» una elocuente enumeración de libros recientemente publicados.[1] Aquí la retomo -y amplío- porque considero que no solo da información valiosa para quienes quieren acercarse a la obra de Ocampo, sino porque permite presentar un estado de situación: en los últimos dos años y medio, se editaron trece libros de y/o sobre Victoria Ocampo. Entre ellos, hay compilaciones de cartas que muestran su importante trabajo como gestora cultural; algunas reediciones, y traducciones al inglés y al francés de obras suyas; además de investigaciones académicas que indagan aspectos de su escritura (por ejemplo, María Celia Vázquez la define como una cronista de su tiempo, con una fuerte voluntad de intervención en la actualidad a partir de sus publicaciones en prensa, luego recogidas en sus Testimonios; e Irene Chikiar Bauer propone que Ocampo encontró una forma posible para sus textos en el ensayo personal, gracias a su admiración y lectura de Virginia Woolf).
Si observamos las fechas de publicación de estos últimos libros, Victoria Ocampo es indudablemente una novedad en librerías desde el 2019 y continúan —y continuarán— saliendo libros de y sobre ella. Estamos hablando de una autora que nació en el siglo diecinueve, que empezó a escribir en 1921 y que publicó ininterrumpidamente entre 1924 y 1977 varios ensayos (De Francesca a Beatrice -1924-, 338. 171. T.E. -1942-, El viajero y una de sus sombras -1951-, Virginia Woolf en su diario -1954- y diez volúmenes de Testimonios -1935-1977). ¿Qué pasaba con la obra de Victoria Ocampo durante su vida? Es conocido que contemporáneamente fue atacada y que más bien se la tildaba de mecenas y oligarca. Tal vez una explicación esté en ciertas diferencias ideológicas o de clase, pero lo cierto es que en el campo intelectual había una gran reticencia para considerarla escritora. Quizás por eso, Ocampo decidió escribir una Autobiografía que concibió para una publicación póstuma. Cuando aparecieron post-mortem los seis tomos de la Autobiografía, entre 1979 y 1984, se convirtieron muy rápidamente en best sellers. De todos modos, entre los años ochenta y los noventa, y hasta hace no tanto, encontrar libros de Victoria Ocampo era algo difícil: volúmenes prácticamente inhallables, libros en anticuarios a precios desorbitantes, e incluso parecía haber cierto desinterés en el mundo editorial si se proponía hacer una compilación o reedición (ni la Autobiografía ni los Testimonios fueron completamente reeditados todavía)[2]. Entonces, antes que desarrollar aquí una sucinta lectura de cada uno de estas novedades ocampianas (que por supuesto invito a leer), me interesa interrogar: ¿qué cambió en el mercado editorial -nacional y global- para que estamos ante un momento en que afortunadamente Victoria Ocampo vuelve a ser noticia, y sobre todo, literalmente, novedad en nuestras librerías? ¿O bien el cambio no estuvo en el campo editorial, sino en las condiciones de recepción de Victoria Ocampo?
Del listado se advierte que en mayor medida «la novedad» está en la publicación de la correspondencia de Ocampo con distintas personalidades del campo intelectual global. En vida, Victoria Ocampo escribía cartas a diario, de día, de noche y de madrugada. A su familia, amistades, traductores, editores, autores y más. María Laura Picón, en el prólogo a su compilación de la correspondencia entre Victoria Ocampo y Jacques Maritain, escribe: «debo especialmente decir gracias a Victoria Ocampo por su previsión al preservar las cartas que le enviaran Jacques y Raissa». Estas cartas fueron enviadas y recibidas entre 1936 y 1943. ¿Cuándo empieza Victoria Ocampo a conservar las cartas recibidas? Mientras que las que ella envió se encuentran desparramadas en distintos repositorios internacionales (en el mejor de los casos, cuando no se han perdido), Ocampo tuvo muy tempranamente conciencia de que en las cartas recibidas había un valor, al punto que las conservó durante toda su vida y en los últimos años decidió venderlas a la Universidad de Harvard. En ese sentido, esta oleada renovada sobre su figura puede ser pensada como un proceso que, en verdad, fue diseñado por ella misma: cuando en el final de su vida empieza a pensar en su posteridad, en qué pasaría después de su muerte.
La ensayista y escritora Ivonne Bordelois, en su recientemente publicado Victoria, paredón, después (2021) plantea que en la actualidad hay «Un cierto revival de Victoria Ocampo [que] parece emerger en los últimos tiempos, luego de que su hermana Silvina mereciera considerable atención cultural en años recientes. No es casual que Victoria reaparezca en épocas en que el feminismo -en el que ella activamente participó- se afirma con fuerza en lo político y cultural» (2021:15). En su libro, Bordelois quiere rescatar la complejidad de Ocampo y para ello se concentra en su talento de retratista, su capacidad de observar y describir su mirada, cómo supo ser «coleccionista» de personalidades y armarse una «gran galería» que registraba asiduamente en sus Testimonios y que abarcaba a Gabriela Mistral, Jean Cocteau, Jacques Lacan, Paul Valéry, Roger Caillois y Virginia Woolf, entre otros. A pesar de esa deslumbrante red intelectual que Victoria Ocampo supo construir y sostener, Bordelois diagnostica porqué no pudo ser del todo comprendida ni valorada en su tiempo: «Audaz, distinta, polémica, Victoria Ocampo irrumpe en el siglo XX como una tromba desconcertante» (2021:9). Algo similar propone Hugo Beccacece, cuando escribió para el noventa aniversario de la revista Sur (se impone el poder de las fechas) un homenaje titulado «Victoria Ocampo, escritora». Allí señala el sinsentido de que Ocampo en vida recibiera críticas por su escritura. Beccacece retoma no solo anécdotas biográficas sino también rasgos de estilo que tardaron en ser reconocidos contemporáneamente: «me parece injusto afirmar que ella no sabía escribir. Es una muestra de incomprensión literaria(…) La prosa de Ocampo era deliberadamente llana y abarcaba distintos registros, incluido el popular, y las expresiones criollas». Enrique Pezzoni decía de ella que escribía como hablaba, y es cierto: de su escritura sobresale la oralidad, la escucha. Para Victoria Ocampo el lector era aquel interlocutor constante con el que siempre estaba hablando. Esos lectores han llegado: más de cuarenta y tres años después de su muerte, las condiciones de legibilidad para V.O. están disponibles y a la vista. Por eso, no parecería ser un dato menor que Bordelois cierra su Victoria, Paredón, después con la frase entrecomillada «Seré póstuma», de la que afirma que era Ocampo quien la decía. En su reflexión sobre la posteridad, Ocampo prevé -aunque sea evidente que sin saber a ciencia cierta qué pasará- devenir una figura póstuma, como si recién postmortem pudiera encontrar un lugar como escritora en el campo intelectual.
Victoria Ocampo dejó su marca en diversas disciplinas: el cine, la música, la moda, la arquitectura, la traducción, la literatura. Su trayectoria intelectual estuvo atravesada por la lucha por los derechos y la emancipación de las mujeres. Intentó que Sergei Enseistein hiciera una película sobre la Argentina; fue directora del Teatro Colón; diseñó una de las primeras casas racionalistas de Latinoamérica; financió y gestionó la traducción de innumerables obras literarias. Este renovado interés editorial sobre V.O. da cuenta de que Ocampo no fue una figura singular, más bien fue plural, múltiple. Su correspondencia, que posiblemente seguirá sorprendiéndonos más adelante con nuevas ediciones y compilaciones, permite dimensionar el alcance de su obra. Esto recién empieza.
[1] Victoria Ocampo, cronista outsider (Beatriz Viterbo/Fundación Sur, 2019), de María Celia Vázquez; Un encuentro fecundo. Rabindranath Tagore y Victoria Ocampo (Fundación Sur, 2019), de Ketaki Kushari Dyson y al cuidado de Eduardo Paz Leston; Correspondencia Victoria Ocampo Albert Camus (Sudamericana, 2019); Preciadas cartas, correspondencia entre Victoria Kent, Gabriela Mistral y Victoria Ocampo (Renacimiento, 2019); Correspondencia Victoria Ocampo-Virginia Woolf (Rara Avis/Fundación Sur, 2020), con compilación y prólogo de Manuela Barral; No sé rezar: cartas y otros textos, 1936-1943 (correspondencia entre Victoria Ocampo y Jacques Maritain) (Sur, 2021), con prólogo y selección de María Laura Picón; De Francesca a Beatriceà travers la Divine Comédie (Editions Rue d’Ulm, 2021) con prefacio de Victoria Liendo y edición crítica de Roland Béhar; una edición anotada y traducida al inglés por Nilanjana Bhattacharya de Tagore en las Barrancas de San Isidro (Cambridge Scholars Publishing, 2021), obra escrita por Victoria Ocampo en 1964; El ensayo personal (Mardulce/Fundación Sur, 2021) de Victoria Ocampo, con introducción y selección de Irene Chikiar Bauer; De Francesca a Beatrice a través de la Divina Comedia (Bookman, 2021); Free Women in the Pampas (2021)de María Rosa Lojo; Victoria: paredón y después (Edhasa, 2021) de Ivonne Bordelois; Victoria Ocampo: los rostros de una humanista (2021), compilación de Cristina Viñuela.
[2] La Fundación Sur también anuncia en su página de Facebook lo que vendrá: próximamente serán reeditados los diez volúmenes de los Testimonios.
La ilustración de portada es de RNDR! para
(Ciudad de Buenos Aires, Argentina) Manuela Barral es becaria doctoral en Letras de la Universidad de Buenos Aires. Investiga las formas de la autobiografía de Victoria Ocampo en el contexto del proyecto cultural de la revista Sur. Integra el Consejo de Dirección del Archivo Histórico de Revistas Argentinas (www.ahira.com.ar). Ha editado y prologado Correspondencia Victoria Ocampo- Virginia Woolf (Rara Avis/Fundación Sur, 2020).
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